La gracia es un regalo inmerecido. Es una manifestación del corazón del Rey. Muchos hoy viven dentro de la iglesia pero fuera de la gracia, presos del legalismo, el pasado o la condenación. Mefiboset vivía en Lodebar, un lugar sin palabra, sin fruto, sin voz. Pero aún así, Dios tenía un pacto con su padre… y el Rey decidió honrarlo.
Aunque Mefiboset estaba lisiado, aunque vivía como un “perro muerto”, el pacto entre David y Jonatán seguía vigente. El Rey no lo olvidó. ¡Dios no se olvida de lo que prometió a tus padres espirituales!
Aplicación: Aunque estés en Lodebar, hay una orden del cielo para sacarte de ahí.
Muchos cristianos sufren de baja autoestima espiritual. Creen que no merecen nada. Pero Dios no te mira como tú te miras: te mira como hijo. No se trata de tu mérito, se trata de Su pacto.
Versículo clave: “¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?” (v.8)
La gracia te cambia de ubicación. Te saca del anonimato, de la miseria, del silencio, y te sienta en la mesa. Y no solo eso: pone siervos a tu servicio y provisión sobreabundante.
Frase clave: “¡Doble pan! Comerá del fruto de la tierra y también a la mesa del Rey.”
Dios ya puso en el corazón de alguien ayudarte. Ya dio la orden desde el cielo. El carro real está en camino. Como con Elías y la viuda, como con el pueblo al salir de Egipto… ¡la orden está dada!
Mefiboset tuvo que responder. Tu bendición no depende de tu perfección, sino de tu disposición. Si dices “no quiero”, otro ocupará tu lugar. Pero si dices “sí”, prepárate… porque el Rey cumple su palabra.
Mefiboset tuvo un hijo en Lodebar. Y le puso Micaías: “¿Quién como Dios?” Cuando Dios te saque, cuando la promesa se cumpla, toda tu generación dirá: “¿Quién como Jehová?”
Aunque te sientas indigno, Dios ya firmó un pacto por ti.
No es tu perfección, es su promesa.
Hay promesas que solo requieren fe, no méritos.
Dios transformará tu “Lodebar” en una tierra fértil.
¡No necesitas trabajar para la bendición! Ella te alcanzará.
Mefiboset no nació lisiado: lo dejaron caer. Pero Dios lo levantó.
¡A mayor opresión, mayor gracia!
¿Quieres o no quieres? Porque si no lo quieres tú, otro tomará tu lugar. Pero si dices “sí”, prepárate. Porque los carros reales están en camino. Dios te saca de la miseria, del abandono, del silencio… para sentarte en la mesa, para bendecirte hasta las orejas.
Y cuando estés ahí, cuando te pregunten “¿cómo lo lograste?” — solo dirás: “Jehová peleó por mí”.
Social Chat is free, download and try it now here!